2013年12月9日星期一

Incotesi. 7° Sello. Patricia Pérez.


 “El amor es la más negra de todas las pestes”

Patricia Pérez G.

EL SÉPTIMO SELLO
¿COMO ENFRENTAR A LA MUERTE?

La muerte, eterna compañera.
Sabemos que llegará pero no cuándo, ni dónde ni por qué. La única certeza es que un día aparecerá ante nosotros y, preparados o no para enfrentarla, nos tomará de la mano y no nos preguntará nuestro parecer, simplemente nos conducirá a su morada.
No podremos jugar una partida de ajedrez para vencerla o darle revancha.
En “El séptimo sello” nos encontramos con un hombre atormentado que regresa de las Cruzadas, lleno de dudas y con muchas preguntas sobre Dios y la fe.
En mi regreso personal al lugar de origen, tuve al igual que el caballero cruzado, que enfrentarme a disyuntivas sobre la nueva realidad y la lucha permanente que daba mi gente a otras “pestes”, no la negra que diezmaba la población europea, sino a pestes de afectos, de carencias, de agonías: esas eran nuestras “pestes”.
El caballero que se enfrenta a la muerte en distintas circunstancias, lugares y oportunidades, divaga por caminos que le muestran la suerte de regresar de años de pelea en las cruzadas contrapuestas con la fatalidad de una peste “ideológica” que se sustenta en la búsqueda de Dios.
Mi peste culmina con la sanación en la claridad de que el infierno no existe, que éste se vive sólo en la tierra y que probablemente mi máximo infierno sería la duda previa sobre la eternidad, que ya resuelta, es hoy el paraíso de mi disfrute psicológico de la existencia, MI existencia.
La recurrencia de la muerte y los sentimientos por ese encuentro provocados, se contraponen a los generados por la calma o tranquilidad que transmite la pareja (matrimonio) de juglares y que le imprimen a la historia un aire menos oscuro y más fresco.
Estos últimos, pese a la presencia de un tercero distinto e intermitente en su aporte al trabajo de la compañía, han hecho de su forma de vivir una obra eterna con figuras que les dan tanto luz como sombra a su existencia, más allá de las imaginarias de Jöf, pero no ha caído en la obscuridad del caballero.
Algunos dicen que la muerte es necesaria para recordarnos todas las cosas importantes que tenemos en nuestras vidas, pero si no tengo certeza sobre lo que hay más allá de ella, ¿por qué razón debería creer que la vida es un estado tan distinto a la muerte? Sabemos que es un “estado natural”, etapa del proceso que comienza con el nacimiento o alumbramiento y sin embargo no nos atrevemos a hablar de ella, o lo hacemos con recelo, como un tabú.
“Su pobre cerebro está haciendo ahora el terrible descubrimiento. Se sumerge en el abismo de la nada”  se escucha decir al escudero, mientras la condenada a la hoguera es consumida por las llamas. Acá apreciamos la percepción sobre la muerte que algunos tienen y su certeza de que el “más allá” no existe o que tal como mencionaba, no es el “más allá” al que tanto se le teme.
Eterna búsqueda de Dios y la muerte como seguridad. Parece ser ésta la consigna de “El séptimo sello”. Un atormentado caballero y su escudero, que como contraparte del primero, nos muestra a un ateo, hedonista que no le teme a la muerte, es más, hacia el final de la película, cuando acude a abrir la puerta en el castillo de su caballero, no es capaz de verla cuando ésta toca.
Podría entenderlos y compararlos con una suerte de Quijote y Sancho Panza, disímiles en su miradas, compañeros pero pensando diferente frente a aspectos profundos de la vida.
Temores a la muerte y la peste, nos muestran personajes presentes en la vida de todos. Infieles, aprovechadores, ingenuos, frívolos, fanáticos, resignados. Todos se cruzan en el camino de este caballero que luchó por la causa religiosa y hoy lucha por su causa personal. Reunidos en un ritual de conversación en torno a la comida, que hace alusión a la vida, la amistad, familia, la fe, acompañados de música, culminando en un nuevo encuentro con la muerte.
Parece ser que el encuentro con la muerte nos es tan difícil, pues nos olvidamos de la mortalidad del ser humano y sólo nos acordamos de ella cuando nos ronda o de golpe llega. El grupo de personajes se encuentra de frente a la muerte tortuosa y oscura de una mujer acusada de brujería (muerte por condena y asociada al dolor y al castigo). Pero también tienen oportunidad de ver a la muerte como parte del sino de nuestras vida, que igualmente enfrentan con temor y dudas.
Los juglares observan cómo la muerte lleva a sus compañeros. Ellos han sido capaces de escapar de la tortura del personaje que ha perseguido al caballero durante toda la historia. Han entendido que ellos también serán alcanzados por ella si permanecen junto al atormentado hombre que ha sido capaz de enfrentarse al oscuro interlocutor.

Si yo creyera en Dios (así con mayúscula para que se entienda que es el dios todopoderoso de la religión católica que es la que me ha rodeado toda la vida) tal vez vería la muerte de la manera “celestial” donde “nos liberamos del pecado, del dolor, de todo lo malo que hay en el mundo y vamos a un lugar precioso donde todo es amor y felicidad” (1).
Pero la muerte es para mí, de alguna manera, como el oscuro encuentro de “El séptimo sello”. Una visión permanente, que puedo encontrarme en cualquier momento de la vida, en cualquier esquina, pero ante la cual nunca estaré preparada pues llegará cuando quiera y no le pediré oportunidades.
¿Vivir la vida, disfrutando lo que nos llega? o ¿Vivir la vida esperando la muerte?
Carezco de la sabiduría requerida para profundizar sobre el proceso biológico que encuadra la muerte, pero tal vez la experiencia de ver partir a mi padre por ejemplo, me permite compartir mi sentir frente a ello, y que se resume en que danzamos con la muerte permanentemente, y si somos capaces de llevarle el compás, tenemos la posibilidad de otra pieza de baile.
Un día sucede al otro, comentó la mujer juglar. Entonces, ¿debemos vivir el día a día, sin preocuparnos demasiado por lo que se viene?
La elocuencia de los simbolismos contenidos en la película me permite entender la persistencia del protagonista en la búsqueda de respuestas. Señales permanentes en la vida, le van enfrentando a la dicotomía de la vida y la muerte, por ejemplo, la vida en el disfrute de la amistad (la escena de las fresas y la leche) y la aparición de la muerte al costado; el juego del juglar que vuelve con la esposa infiel y se libra de la venganza del marido, pero que es derribado por la muerte quien tumba el árbol en el que se refugia, y así otras escenas.
El conjunto de personajes ha logrado evitar el encuentro con la peste que asola los alrededores, sin embargo, y pese a las diferentes formar de enfrentar la vida, todos (excepto la pareja que huyó del encuentro) se ven cara a cara con la oscuridad, que llega por ellos luego del reencuentro del caballero con su esposa. Los encuentra sentados a la mesa y los lleva a una danza donde no saben lo que encontrarán al finalizar la música, pero que sólo nos confirma que pese a todos los esfuerzos, no podemos escapar de ella.




www.laverdadcatolica.org. Artículo: “Cómo debe ver un católico la muerte?


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