2013年10月31日星期四

Anoche soñé que una amiga escribía en la espalda de su chaleco algunos detalles de una investigación que tenía que llevar a su trabajo, para que –si era necesario, vieran como había podido llegar a esos resultados. Ella trabajaba en un ministerio público y a mi me parecía tan bueno que hubiera investigación en el gobierno.
Hace un tiempo cree el sitio in-media-tez (en la piel de los media, que es los media en la piel) y la figura concebida, es resonante con el sueño. Aunque no soy del parecer que el mundo onírico sea una dimensión completamente distinta a la de la psiquis consciente -en cuyo caso no podríamos entender nada de lo que allí ocurriera-, si creo que tiene propiedades de síntesis y anticipación, que al tiempo que nos permiten establecer relaciones con una dimensión diferente, dónde el yo o no existe o tiene otras propiedades, a la vez mas profundas y permanentes, aunque en rigor “desprovistas de imagen”, también nos permite entender desde una perspectiva diferente, aquello que estamos haciendo en el mundo de la realidad y que de esa manera se vuelve (mas) completo, comprensible, transmisible.
Así desde una perspectiva funcionalista y de control, sería deseable poder incidir sobre los sueños y dirigirlos hacia determinados objetivos (cuestión que por otra parte es ámbito disciplinario del Yoga de los Sueños, uno de los seis Yogas concebidos por el Anuttara Yoga Tantra), es una verdadera y necesaria bendición que ellos no estén sometidos a nuestras dinámicas conscientes y puedan “sorprendernos”, con visiones distintas, que mas que darnos respuestas precisas, nos sugieren nuevas búsquedas y nos orientan a resolver.
Desde un par de años a la fecha, que vengo siguiendo el “relato” como experiencia organizacional. La complejidad creciente de un mundo dónde efectivamente coinciden y se articulan de diversas maneras, dimensiones que hasta hace poco eran realmente impensables y que parece caracterizarse precisamente por una proliferación exponencial de éstas mismas relaciones, hacia ámbitos completamente desconocidos, frente a los cuales no obstante, debemos tomar decisiones, ha hecho que las ramas disciplinarias y los criterios cartesianos de dividir el mundo en tantas partes como problemas debiéramos resolver (ingeniería, derecho, economía, sociología, historia…), encuentren una nueva dimensión en la cual sus saberes se han también aumentado enormemente en lo específico, sin que puedan expresar las categorías de su entendimiento, si no se articulan con los saberes de aquello que les es diferente y que entonces, por definición, no conocen.
De aquí que la referencia a los sueños, sea tan pertinente, porque es la dimensión paradigmática y reconocible, propia y compartida por todos los que formamos parte de la especie, de ese mundo paralelo, anterior y englobante, al que nos abandonamos cada noche, y dónde pese a los esfuerzos de “protección” que pudiéramos realizar, interviniendo (nos), con psicoactivos –que dicho sea de paso, nunca logran otra cosa que anular la memoria de la experiencia, sin permitir desarrollos a ese ser que hemos identificado con nosotros y que queríamos preservar-, que aniquilan el yo y las categorías diferenciadas, internas y externas con que nos reconocemos, entre los demás: la cara que tengo, mi porte, la altura, mi profesión, el culto que profeso, lo que quiero, mi equipo de fútbol, mis amigos, donde vivo). Y así como no puede uno trabajar sin formar parte de equipos, no es posible establecer relaciones con las otras neuronas, si no existen sinapsis. Los espacios sinápticos entre las disciplinas y las personas, son los “relatos”.
Es decir, como cuento, lo que no es parte del conocimiento racionalmente organizado, aquello que por definición se escapa de la pauta del programa, aquello que da cuenta de (y entonces se transforma en) la experiencia. Lo que no tiene que ver con lo que sé, sino con los elementos impredecibles, intuitivos, con la toma de decisiones, con el liderazgo, con el sueño.
Y acá tenemos que del “saber cómo”, se pasa al “saber con quién”. Y así como hace unos tres años –con suerte diversa, pero con enorme perseverancia y visión de futuro-, hemos constituido un área de investigación que se traduce en un “laboratorio” en la empresa, y que ha abordado estos temas sobre la base conversacional de una informalidad permanente (el sueño), que cada cierto tiempo se conecta con los proyectos y sus personas (el “mundo real”), hay algunos principios centrales que nos han permitido mantener la navegación, obteniendo logros no menores y proyectarnos en espacios de aún mayor riqueza, a los cuales ahora los convocamos.
En efecto, el cambio de paradigma, que ha implicado internet y las transformaciones mentales que produce el hipertexto, suponen cambios profundos en la manera en que vemos el mundo y en el cómo organizamos nuestras capacidades cognitivas, de comunicación y de transmisión. La información, no obstante, característica de una primera etapa de este proceso, da paso al conocimiento, de la misma manera que las letras dan origen a las palabras. En este proceso, consideramos el esquema de trabajo de la “triple hélice”, para entender nuestras relaciones con el entorno y articular la comprensión de nuestra inserción productiva. Ello significó una muy especial participación política, que probablemente sea, al cabo el centro de atención del presente relato. En efecto, la política, tiene que ver, con la toma de decisiones, es decir, con el poder. La manera en que se haga participar o no a las personas involucradas, los ámbitos y aspectos a los cuales refiera, los mecanismos que desarrolle para ello, los impactos que produzca -incluso el que no se tenga poder ninguno-, todo es ámbito de esa dimensión, que bien se ha llamado de manera contemporánea y compuesta como el ámbito de los “policy – makers”, es decir, mas de los que hacen política, de los que toman decisiones.