2009年12月2日星期三

La historia la hacen los dominantes...















New York. National Library. Quinta y cuarenta y dos. Avenida y calle.

Nine years later.

Estaba en la fila del aeropuerto para entrar. Recibo una llamada de teléfono. ¡Namaste!, me dice. Es la primera palabra que escuché en mi nuevo viaje. Y es de verdad nuevo. Fundamentalmente porque me reencuentro conmigo. Estuve los últimos 18 años con una mujer a cuestas. Nunca tranquilo, nunca vagando, siempre adherido a no se que principio superior de control que ahora conozco demasiado y que se parece como el agua al océano a lo que una dictadura -la chilena-, pudo hacer en sus personas. También en la mía. Pero no importa, en rigor está bien. Quiero decir que me parece respirar y entiendo que así pudiera pasarle a ella. Ojalá así fuera y de entender lo hiciere simple y de la simpleza creciera grande y bello el fruto que sembré en su cuerpo y que pronto hará cuatro años, devolvió al mío.

El mundo vuelve a encontrarse conmigo y seres hay que en su íntima certeza de mirar y ser vistos, realizan el ser de la nada. No pretendo ser justo, que después de todo se lo debo todo. No quiero querer, que se me agotó la pretensión de algo que no fuera. Nadie que entienda, ni que mire, ni que lea y sin embargo, el suave aire fresco de la historia me da en la cara que por arribas llevo. El cielo en el cielo. Yo no.